Como Antonio Mairena Pepe Marchena también provocó opiniones encontradas cuando no enfrentadas entre los flamencos. El texto que traemos recoge esas opiniones. Un texto escrito por Mario Bois para el volumen 10 de la colección Grands Cantaores du Flamenco, que él dirigía; texto incluido en el libreto que acompañaba al disco dedicado a Marchena (cada volumen un/a cantaor/a y fueron veintitantos).
Discos que se publicaron entre los 80 y 90, y reeditados hacía el 2010 en adelante -aún se pueden encontrar-, en Francia, primero (el texto del libreto contiene traducción al inglés y español). El disco dedicado a Marchena fue publicado en 1986, un tiempo donde el debate sobre el cantaor iba perdiendo fuelle, pero también encontrando defensa, reivindicación por parte de las nuevas generaciones de artistas y aficionados -estudiosos, flamencólogos-. Y no hace mucho recuperación con el disco El Niño, de Rocío Márquez, inspirado-basado en el cante, en el hacer el cante de Pepe Marchena (invitamos a leer el texto de Pedro G. Romero que acompaña el disco de la cantaora en este enlace).
De Mario Bois hemos traído otro texto a este blog dentro de esta serie 'textos de libretos...de discos de la Biblioteca Pública de Valladolid', y al igual que en aquel hemos obviado los comentarios del autor sobre cada cante, así como una cierta reducción en el texto principal (por redundante, en ocasiones; por perderse en su personal lírica flamenca ¡adjetivos!...), esto es lo que escribe Bois:
Esta vez hay que abandonar nuestras costumbres del cante jondo, esa voces de garganta desgarrada' -como decía Jean Cassou-, que gritan notas negras que surgen del fondo de las cavernas. Aquí ya no se trata de aguafuerte, sino de acuarela, ya no es Goya, es Raoul Dufy. Pero para dibujar indolentemente delicadas guirnaldas de soleadas flores, no se necesita ningún ácido que muerda el acero; es más apropiada la acuarela, es un placer distinto.
Discos que se publicaron entre los 80 y 90, y reeditados hacía el 2010 en adelante -aún se pueden encontrar-, en Francia, primero (el texto del libreto contiene traducción al inglés y español). El disco dedicado a Marchena fue publicado en 1986, un tiempo donde el debate sobre el cantaor iba perdiendo fuelle, pero también encontrando defensa, reivindicación por parte de las nuevas generaciones de artistas y aficionados -estudiosos, flamencólogos-. Y no hace mucho recuperación con el disco El Niño, de Rocío Márquez, inspirado-basado en el cante, en el hacer el cante de Pepe Marchena (invitamos a leer el texto de Pedro G. Romero que acompaña el disco de la cantaora en este enlace).
De Mario Bois hemos traído otro texto a este blog dentro de esta serie 'textos de libretos...de discos de la Biblioteca Pública de Valladolid', y al igual que en aquel hemos obviado los comentarios del autor sobre cada cante, así como una cierta reducción en el texto principal (por redundante, en ocasiones; por perderse en su personal lírica flamenca ¡adjetivos!...), esto es lo que escribe Bois:
Esta vez hay que abandonar nuestras costumbres del cante jondo, esa voces de garganta desgarrada' -como decía Jean Cassou-, que gritan notas negras que surgen del fondo de las cavernas. Aquí ya no se trata de aguafuerte, sino de acuarela, ya no es Goya, es Raoul Dufy. Pero para dibujar indolentemente delicadas guirnaldas de soleadas flores, no se necesita ningún ácido que muerda el acero; es más apropiada la acuarela, es un placer distinto.
Voz fácil, afinada, de timbre agradable, lánguida, plana, sin herir nunca, estilo preciosista, que vocaliza, abusa de florituras, transformando sus adornos en tirabuzones o zarcillos alrededor de la cepa ¡Cuántas licencias consentidas a la canción flamenca, con todo lo que ésta llega a tener de dulzón y de melindroso! Además, en este disco, este Pepe nuestro tan encantador mezcla en sus cantos, anuncios, dedicatorias y comentarios tan de cara a la galería que resulta incluso risible (él se llama a sí mismo "maestro de los maestros"...). En su amplia discografía hay para todos los gustos y les puedo asegurar que, para llegar a conseguir este disco que aquí presentamos, hubo que proceder a una laboriosa selección.
Pero cuando Marchena no se deja llevar por esas fruslerías almibaradas ¡qué músico! ¡qué bien canta! No es que cante flamenco, sino que es flamenco. Ser flamenco implica cierto modo de vivir que sólo se puede llevar en Andalucía.
Si Marchena aborda el cante flamenco, sólo es para cantar el placer de vivir, un rayo de sol, una rosa, una mujer hermosa. Ninguna pasión mórbida. Marchena es la cara diurna del flamenco.
En su abundante obra no se encuentra ninguna sombra preocupante: es un canto sin dolor, una ópera sin drama, una corrida en la cual no se mata al toro. En Sevilla, una mujer con trapío me dijo: ¿Marchena? Es un galán que corteja mejor que nadie y, luego, en lugar de entrar en tu habitación, se queda en el vestíbulo.
Dentro de su repertorio (chico, chiquísimo), se mueve como si diese un paseo, se siente a gusto. Y a partir de los años 30 y ante tanta facilidad, los flamencólogos empezaron a discutir y a reaccionar en contra: Pero ¡adónde iremos a parar con es cante tan bastardeado?
Se ha llegado a hablar del 'marchenismo' ya que, por la brecha abierta, se fue metiendo toda una retahíla de seguidores y de imitadores de pacotilla que estaban precipitando al flamenco hacia la decadencia. Ricardo Molina declaró: "Marchena no me gusta, sus cantes no me dicen nada."
Lo que no admiten los anti-marchenistas es su ausencia total de jondura. Sin embargo, existe la parte totalmente opuesta de la crítica que le reconoce cualidades. En primer lugar, porque ha sido innovador: cantaba de pie y fue el primero en cantar cantes con orquesta.
Fue el primer cantaor que haya actuado en revistas, en comedias. Aún más, renovó el repertorio de los textos, aportando cosas hermosísimas que dice bajo la forma de romance; mezcla de un modo muy original la recitación y el canto.
"Es pura poesía para el oído", "hace malabarismos con la línea melódica, "trovero moderno, no tiene ni maestro ni modelo" (Incluso Falla hace su elogio en un texto confuso). Luego, "ha llenado los teatros de España durante 50 años". Y hace cabaret, cine, da conferencias.
Nació en 1903 en la provincia de Sevilla, en el pueblo de Marchena (donde hoy se alza un monumento a su memoria por suscripción pública). Transcurrió toda la primera etapa de su carrera bajo el apodo de Niño de Marchena. Tras sus primeros pasos en los tablaos andaluces, debuta en Madrid en 1921. A partir de entonces, trabaja siempre en espectáculos flamencos (La Copla Andaluza, La Feria de Sevilla...), en galas (comparte el cartel con Chacón, su maestro, y la Niña de los Peines), con frecuencia se hace acompañar de un guitarrista genial: Ramón Montoya, antes de dedicarse al teatro, al cine o a la grabación de discos. Recorre España, Iberoamérica (con Carmen Amaya), Marruecos e incluso... Pakistán. No es que fuera muy inteligente, sino muy generoso (ayudó a muchos colegas suyos cuando se encontraban necesitados). Le conocí en los años 70, en la caseta que tenía cada primavera en la Feria de Sevilla. Pero ya llevaba dentro la horrible enfermedad...
El hombre que, a mi juicio, es autoridad en materia de flamenco, es José Blas Vega (autor de aquel monumental 'Diccionario del flamenco', editado hace poco y único en su género). El mes pasado en Madrid, entré en su librería:
-¡Te vas a enfurecer! ¿Sabes a quién incluyo en nuestra colección de Grandes Cantaores? A Marchena.
-Tienes razón.
-Pero... En tu antología de Hispavox de 20 discos ¡ni se cita siquiera!
-No teníamos los derechos, esa es la única razón. Si sabes seleccionar correctamente, puedes obtener un disco excelente.
Salí muy contento: había recibido la bendición del Papa.
Jean Cau tras escuchar este disco: "Pepe Marchena roza la sensibilidad. No tiene voz, sino un hálito que acaricia el alma y nos induce a soñar -no sabemos qué- por la noche, en el patio donde, tímido y confidente, solloza el surtidor".
Jean Cau tras escuchar este disco: "Pepe Marchena roza la sensibilidad. No tiene voz, sino un hálito que acaricia el alma y nos induce a soñar -no sabemos qué- por la noche, en el patio donde, tímido y confidente, solloza el surtidor".
El disco contiene 17 cantes que, según informa Mario Bois en el libreto, "salieron bajo la etiqueta Belter" (compañía discográfica española de la época), menos dos procedentes de Antología de Cantaores Flamencos de EMI, y en los que suena la guitarra de Ramón Montoya. El toque en el resto de cantes corre a cargo de Paquito Simón.
Y de forma inesperada, el disco se cierra con unas Siguiriyas de Don Antonio Chacón con la guitarra de Pedro del Lunar.
Y de forma inesperada, el disco se cierra con unas Siguiriyas de Don Antonio Chacón con la guitarra de Pedro del Lunar.
Los cantes que hace Marchena son los siguientes: Nana, Fandangos (4), Bulerías, Guajira, Tientos, Malagueña del Mellizo, Murciana, Solea de Cádiz, Peteneras, Taranta, más Los cuatro Muleros, Romance a Córdoba.
Un aporte más sobre el cantaor, este texto de Rocío Márquez.
Un aporte más sobre el cantaor, este texto de Rocío Márquez.
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