domingo, 24 de febrero de 2019

La Casa del Mairenismo: El duende de Curro Mairena (II)

"Antonio Mairena quiso construir, con sus hermanos Curro y Manuel, su propia casa cantaora, para transmitir a las posteriores generaciones toda la monumental sabiduría flamenca tradicional de la que era portador", escribía José Manuel Gamboa en el texto del libreto que acompañaba el segundo disco de la colección 'Cultura Jonda': El mairenismo. Vol.1. Cd que recuperaba grabaciones realizadas, a principios de los 70 del siglo pasado, por los dos hermanos de quien fijó y dio esplendor al cante jondo, al cante gitano: al Flamenco. Antonio Mairena fijó el canon de este arte -cabe el matiz de señalar: su canon- y le dotó del prestigio perdido tras la Guerra Civil Española y que aún se mantiene.
En la anterior entrada del blog, Gamboa apuntó, señaló, explicó el mairenismo. Para continuar trazando las biografías de los dos hermanos de Antonio Mairena y su papel como lanzaderas, puntales de su(s) teoría (s) y de la Casa que llevaba su nombre. Y esto es lo que cuenta sobre Curro con su habitual gracia y sabiduría flamenca este activista del flamenco:
 
Francisco Cruz García, Curro Mairena, nació el 1 de febrero de 1914 en los Alcores, que nunca dejó, donde tuvo seis hijos cuchichís de su matrimonio contraído a los 20 años, antes de marchar a una Guerra de la que volvería herido. Tenía familia en Brenes, Arahal, Paradas, Écija... Sus antepasados venían de El Coronil. Hijo del primer matrimonio del gitano herrero Rafael Cruz Vargas con Aurora García Heredia. Hermano, por tanto, de Águila, Juan, Rosario, María Josefa y Antonio Mairena, quien le llevaba cuatro años -aunque por su aspecto era frecuente que Curro pasara por el primogénito-. Vino al mundo en la fragua paterna, sita en frente al casino local.
En la España rural de entonces el trabajo de herrero era bastante rentable. Todos los utensilios laborales del campo se construían en hierro, y la fragua venia a ser el taller mecánico de hoy. Aunque siempre se ha afirmado que Curro se inició en la herrería, siendo mozo empezó a bregar en un molino de aceite. De molinero estuvo hasta que empezó con el cante. Tampoco es que se dedicara profesionalmente al género. De hecho, siempre fue un aficionado que actuaba ocasionalmente en fiestas o festivales, al cobijo de su hermano Antonio. Sin embargo, Curro fue uno de los cantaores que mejor supieron continuar los ecos de Manuel Torre, el artista a quien más admiró y que conoció de niño en su propia casa, como a Joaquín el de la Paula, El Gloria o Juan Talega. Lo gitano, cantar y sonar gitano, era lo fundamental para él. A los veinticinco años Curro debuta ante el público.


Empezó a hacer festivales, convocado por su hermano Antonio. Le costó hacerse a las tablas, puesto que, como decimos, siempre fue un aficionado y su arte más visceral que intelectual. Cantó antes con el corazón que con la cabeza. Así es como creó una variante de seguiriya del cante del Tío José de la Paula, al que aportó unos ayes cortitos de remate, que le salieron por casualidad, por no saber respirar y estar a punto de ahogarse durante su interpretación.
Vecino perpetuo de Mairena, su pueblo le rindió tardío homenaje en el XXIV Festival de Cante Jondo, los días 6 y 7 de septiembre de 1985, con la presencia de Manuel Mairena, Camarón de la Isla, Miguel Vargas, Calixto Sánchez, Enrique de Melchor, Pedro Bacán, Tomatito, Manuela Carrasco... Pero él ya no estaba para disfrutarlo.
En su pueblo de Sevilla, Mairena del Alcor, el 7 de enero de 1993 nos dejó Curro Mairena. A punto estaba de cumplir los 79 años, después de haber vivido sus últimos años gracias a una paga irrisoria y la ayuda familiar y de la ITEAF. Llevaba una década enfermo, justo el tiempo que sobrevivió a su hermano. Siempre parecía estar a punto de darnos el susto definitivo, desde que, tras la muerte de Antonio, sufriera dos derrames cerebrales que lo dejaron postrado en una silla de ruedas e impedido también para el cante.


Curro fue ante todo un hombre humilde, afable, gitano puro, entrañable, de buen corazón, dispuesto siempre a complacer y jamás a hacer daño o herir a nadie de palabra, obra u omisión. Pero tampoco ocultó nunca que a él todos los artistas de la nueva generación le sonaban iguales, menos Camarón. Era sincero e ingenuo, hasta sacar de quicio a su hermano Antonio, a quien le destrozaba sus teorías con simples verdades, pero sin darse cuenta: como un niño diciendo certezas con la naturalidad que le corresponde: "Cantes de Mairena del Alcor yo no conozco ninguno. El cante de Mairena del Alcor empieza con mi hermano, que tampoco aprendió aquí. Sin Antonio no exitiría el mairenismo".
¡¿250 años de mairenismo?! (ver entrada anterior).
Curro declararía una y mil veces que Antonio, cogiendo fragmentos de estilos en boca de los viejos recreó -creó- los suyos, a los que, por contra, quiso etiquetarlos con nombres de ilustres o desconocidos gitanos cantaores, ocultando su creatividad. Curro desmontaba todo el entramado teórico de su hermano sin querer. Item más:
"El cante gitano-andaluz, no es que sea de los gitanos, será de Andalucía. Pero yo creo que los gitanos que nacieron en Andalucía también le pondrían algo al cante ¿no?" (Declaraciones a Manuel Herrera Rovira en 'Sevilla Flamenca').

Por estas cosas a Curro, que siempre quiso estar en tercer plano, se le facilitaba la labor. De él nos cuenta lo siguiente Joaquín Cano, un aficionado principal de la comarca:
"Curro era un hombre ingenuo, y ahí residía toda su gracia. En cuanto al cante Curro era nada más que un aficionado. Él se creía Antonio Mairena, cuando no estaba Antonio, y resultaba graciosísimo. Siempre decía, cuando no estaba su hermano: 'Mira, si por mí hubiera sido yo, eso -el disco que presentamos-, lo hubiera grabado en un cuarto de hora. Pero, claro, como estaba Antonio y decía, '¡Así no! ¡Repítelo otra vez...!'. Las cosas de los cantaores flamencos cuando tienen cierto renombre, cierto sitio, cierta responsabilidad. Antonio tenía pensado exactamente cómo tenía que cantar y le obligaba. Y Curro cantó siempre como lo que era: como un aficionado. Más requetebién que dios, pero a su manera, como aficionado. Creo que si Curro hubiera sido simplemente lo que era, sin esa responsabilidad del mairenismo, le hubiera ido mucho mejor. Porque creo que todo esto le venía a Curro demasiado grande (Cuenta otra anécdota, que consideramos redundante en cuanto a describir la personalidad de Curro, y que por ser muy extensa no incluimos...)". Un cacho pan este hombre.


Oído al cante 
(Los duendes de Curro Mairena)
Melchor de Marchena trabajaba en el tablao Los Canasteros cuando grabó, junto con su hijo Enrique, el Homenaje a Andalucía, del que tomamos el número dedicado 'A Sevilla', en cuya campiña nacieron todos los protagonistas del álbum. Para empezar el inconfundible e inimitable temple seguiriyero de Melchor, que tantas veces invitó a cantar a los hermanos Mairena. Enrique se incorpora en las sevillanas de conclusión aportando el nervio y la modernidad frente al sonido y las melodías añejas de su padre.
Jaleado por su hermano Manuel, abre Curro con unas soleares alcalareñas. El cante de Joaquín el de la Paula interpretado con tensión, sabor, sin el matiz pastueño propio de otros flamencos. Curro canta olvidándose de grandilocuencias, sin ponerse 'candongo'. Así eran los cantes en su origen.
Prosigue por tarantos, siempre con Manuel Torre metido en el sentido.
El repertorio de Curro Mairena apenas se sale de los estilos gitanos por soleá, tientos, tonás o seguiriyas, defendidos a ultranza por Antonio. Derivados de los fandangos tan sólo interpretaba en su madurez -que en su juventud sí cantaba por fandangos artísticos como ya adelantamos-, el taranto de Manuel Torre.
Seguiriyas, uno de sus platos fuertes, recrea las recreaciones que nos legara la figura inolvidable de Manuel Torre, su maestro.
Los tientos son gaditanos; variante ralentizada de los tangos de Enrique el Mellizo.


De nuevo seguiriyas de Torre, Francisco la Perla y Frasco el Colorao, igualmente al grano en la interpretación. Curro, cantaor de escasas facultades, de poco fuelle, apunta los cantes sin ligazón, pero sin venirse abajo, con intención, intensidad y jondura.
Soleares de Cádiz muy apropiadas a sus condiciones de cantaor; no hay tercio valiente de remate; cierra, inesperadamene con un cante de paso, original de  la inmortal solearera Merced la Serneta.
Uno de los mejores registros que nos legó Curro, por su indiscutible regusto flamenco, lejos de estructuras cuadriculadas o interpretaciones mecánicas, son las bulerías por soleá jerezanas. Destacar también las coplas elegidas, como ejemplo del cuidado repertorio lírico de Curro -algo más que heredado, dispuesto por su hermano Antonio, en cuya enorme discografía es imposible encontrar verso alguno de baratillo; los grandes lo son por muchos motivos-:

Gastas mucha fantasía
parece que tu has pisado
la flor de la tontería.

Como cierre no podía faltar una toná. Año tras año el festival de Mairena concluía con una ronda de tonás, donde Antonio Mairena ejercía de gurú, rodeado por sus más cercanos seguidores ¡Cuántas amanecidas en los Alcores tuvieron como fondo esas tonás de Antonio, Curro, Manuel...!


En la siguiente y última entrega de esta serie 'mairenista', turno para Manuel Mairena, el profesional; su biografía y comentarios de los cantes incluídos en el disco (ver entrada anterior). Por último, comentar lo dicho en otras ocasiones que hemoso traído textos de José Manuel Gamboa, quien gusta de usar expresiones antiguas, de la calle, de los bares, del argot de barrio, de los tablaos, del habla gitana como "cuchichí", utilizada para señalar a quien es mestiz@, hija/o de gitano/a y no gitana/o. Otras, como candongo pueden encontrar su significado en el diccionario.

lunes, 18 de febrero de 2019

Antonio Mairena: La Casa del Mairenismo y sus duendes (I)


A mediados de los 90, la figura de Antonio Mairena no provocaba tanta división como lo hiciera en décadas anteriores (ortodoxia-heterodoxia / pureza-'fusión'...). Podía verse con cierta objetividad su destacado papel, alta relevancia dentro de la historia del flamenco. Esa objetividad se pone de manifiesto en el texto que escribiera José Manuel Gamboa para el nº 2 de la colección Cultura Jonda, El mairenismo. vol.1. Esta colección recuperaba grabaciones que iban desde 1952 hasta casi la fecha de edición -1997- de la veintena de discos que la conformaban. Publicadas en vinilo por el sello discográfico Movieplay, reeditadas en cd por Fonomusic (en 2008-09 por Warner).



Este disco, cuyo texto traemos al blog -primera parte de tres-, al no contar con la voz cantaora de Antonio Mairena -"No llegó a grabar con la empresa por tener obligaciones contraídas"-, se ocupa de su 'escuela', el mairenismo, de los cantaores y alguna cantaora que con tal 'movimiento' se puede relacionar (y de quienes se ocupa el volumen 2 de la colección). Y empieza con los más cercanos, sus hermanos, Curro y Manuel: La Casa del Mairenismo, que dice Gamboa y explica a continuación con su verbo sabio:
 
El mairenismo no es sólo una forma de interpretar el flamenco, es toda una teoría genealógica del cante y una concepción geográfica de su ámbito. En la figura insigne de Antonio Mairena (Mairena del Alcor, Sevilla, 1909-Sevilla,1983), se conjugan dos vertientes igualmente sobresalientes. la del cantaor fuera de serie y la del ideólogo activista con grandes dotes para la promoción. Fruto de ello, en los años sesenta y setenta (siglo XX) florece, al calor de Antonio, una manera de interpretar el cante grave y solemne, en la cual el marchamo gitano-bajo andaluz cobra especial valor. Dentro de esos parámetros, la labor de Mairena sirvió también, no se puede olvidar, para dignificar una profesión que empezó a ser más 'lucrativa'. En los festivales flamencos veraniegos de Andalucía, los artistas pudieron ver aumentada su categoría como músicos y, en consecuencia, alcanzar la debida remuneración económica por su participación en ellos.

Declaración de principios: La teoría mairenista por boca
del propio Antonio Mairena
"Para mí en el cante auténtico, desde los tiempos de Manuel Torre, Chacón o Pastora (Niña de los Peines), y anteriormente a ellos, por lo que me han comunicado por tradición oral, había los cuatro cantes básicos: el cante por seguiriyas, por tangos, por soleá y por tonás; lo que se entiende por el matiz del cante gitano-andaluz. Luego hay otros cantes que pertenecen al matiz que genéricamente se le llama flamenco, que es el derivado de todos los fandangos, como pasa con la malagueña, la taranta, la cartagenera, todos los cantes de Levante. Y hay infinidad de cantes, como pasa con la petenera, que también tiene sus calidades, naturalmente que las tienen..., pero es otro matiz distinto al cante gitano-andaluz.
La tierra donde mejor se da el cante es en Triana, en Jerez, en treinta o cuarenta kilómetros alrededor de Sevilla, en lo que baña el Guadalquivir que va de Sevilla a Cádiz. Luego vienen los Puertos y Cádiz. Y el rincón de la parte de Algeciras. Luego hay otros sitios, como pasa en Málaga, que ya es otro género, que nace del folclore andaluz y se ha introducido en el mundo del flamenco como cantes cantes de verdadero valor. Y como sucede en Málaga, ocurre en la provincia de Huelva, y en Córdoba, Jaén y Granada. en fin, esto llega hasta Almería y se introduce hasta Levante. Pero lo que es el cante de alta pureza gitano andaluz, eso es la geografía concretísima de Sevilla a Cádiz".
Pero, es más, Antonio quiso construir, con sus hermanos Curro y Manuel, su propia casa cantaora, para transmitir a las posteriores generaciones toda la monumental sabiduría flamenca tradicional de la que era portador. Bien es cierto que Antonio fue algo más que un mero transmisor. Muchas de sus aportaciones a cantes como la seguiriya, la toná, la liviana y la soleá eran de cosecha propia, aunque él se empeñó en restar valor, cuando no negar esa faceta creativa. Quiso mostrarse como revelador de viejos duendes.



En septiembre de 1975, Antonio Mairena, por motivos de salud, se despedía de su actividad profesional -lo que a decir verdad nunca llegó a hacer-, durante un homenaje que se le tributó en al décimocuarta edición del Festival de Cante Jondo que lleva su nombre. Paco Herrera actuó como mantenedor de la velada, que tuvo su punto álgido cuando Curro y Antonio Mairena, acompañados por la guitarra morena de Melchor de Marchena y la atenta presencia de Manuel Mairena, Nano de Jerez y El Poeta de Alcalá, interpretaron, respectivamente, seguiriyas y cabales. Antes, el maestro tuvo unas palabras de gratitud, transmutadas en apología mairenista emborrachada de siglos, que reproducimos a renglón seguido por considerarlas sumamente representativas del fenómeno que tratamos:
"En agradecimiento a esta grandeza de homenaje que el ilustre Ayuntamiento de mi patria chica Ha tenido a bien tributarme en esta noche de mi parcial retirada, he querido corresponder. Yo no me he sacado de la manga el mairenismo. Lo he sacado de 200 años o 250 años de mairenismo, de la gitanería que aquí se asentó con motivo de la feria más grande que ha tenido España. Toda la tradición gitana de Mairena y toda la tradición cantaora no gitana va incluida en este pequeño libreto que he querido recopilar para que nuestro Ayuntamiento conserve para la posteridad y sepa que este mairenismo no es un mito, es una realidad".
Antonio Mairena estuvo muy conectado a la discográfica Movieplay. No llegó a grabar con la empresa por tener obligaciones contraídas. Sin embargo, el catálogo flamenco de Movieplay refleja como pocos el ámbito de ese mairenismo que, a comienzos de los sesenta, se encontraba en pleno auge. Aquí grabaron sus primeros o únicos álbumes, con Melchor de Marchena -la guitarra eternamente compañera de Antonio-, algunos de los cantaores más unidos a la Casa de los Mairena. Tal vez quien lo estuviera más directamente fuese su propio hermano Curro. Aunque había impresionado algunos cantes en obras colectivas, incluso junto a su hermano Antonio, en Movieplay grabó, jaleado por Manuel Mairena, este su raro álbum de larga duración. Raro por ser el único que nos legara; raro, por permanecer casi inédito para la mayoría de los aficionados; raro, por contener una misteriosa forma de cantar, que besa continuamente la cara del duende.



[El disco que aquí hemos traído, lleva por subtítulo, Los duendes de Curro y Manuel Mairena y guitarras de Melchor de Marchena y Enrique de Melchor -el mairenismo también llegó al toque-, recopila el siguiente material discográfico de los dos hermanos:

De Curro, una seguiriya y sevillana incluída en el disco Homenaje a Andalucía (1971), de Melchor de Marchena; y la totalidad de ese "raro álbum", El duende de Curro Mairena (1971), donde interpreta: Soleares de Alcalá; Tarantos; Seguiriyas de Manuel Torre; Tientos; Seguiriya de Manuel Torre, Francisco la Perla y Frasco el Colorao; Soleares de Cádiz y La Serneta; Bulerías por Soleá; Tonás.
De Manuel Mairena ofrece cuatro fandangos procedentes del disco que compartiera con Niño León (1975); y cuatro saetas del EP, Mi saeta gitana (1971).
En las siguientes entradas, José Manuel Gamboa escribe sobre los dos hermanos y aporta una guía de escucha de este primer volumen del Mairenismo].



viernes, 8 de febrero de 2019

Con el alma de La Macanita, con el alma de Jerez

A escasos días del comienzo del 23 Festival de Jerez, "una cantaora de las que no se dejan fácilmente amansar": La Macanita. Son palabras de Frédéric Deval  para el libreto que acompañaba el disco de la jerezana, Con el alma. Disco incluido en la colección Flamenco Vivo, que dirigiera Deval y fuera publicado en Francia en 1995 por audivis, en 2003 por naïve (luego en España y otros países, de ahí que los textos aparecieran en francés, español e inglés, y un pequeño léxico de términos flamencos).

En el libreto, la información referente al disco se ofrece de una manera personal. Así en las escuetas biografías de los músicos que acompañaban a la jerezana escribía Deval:
Moraíto, "uno de los músicos clave del flamenco actual" (autor de la mayor parte de la música, mientra otra compartida con o de):
Manuel Fernández Molina, Parrilla de Jerez (1954-), "nunca ha dejado de estar en primer plano en la valoración de la cultura flamenca de Jerez" (toca la guitarra sólo o con Moraíto en algunos cantes y es autor de todas las letras de los cantes, excepto la de una bulería escrita por Rafael Fernández el Nene).
Chicharito (1956) "uno de los mayores expertos del compás de Jerez, así como de las sutilidades rítmicas", al que acompañan Rafael Moreno Junquera y Gregorio Fernández Junquera a las palmas y jaleo.

La escritura personal de Deval no oculta su profundo conocimiento técnico e histórico del flamenco, como queda reflejado en los comentarios a cada uno de los once cantes que hace La Macanita, con sus correspondientes letras; el autor y director de la colección prefiere dejarse llevar, inspirarse por el flamenco, meterse dentro de él. Por ejemplo, al hablar de la Bulería a palo seco, primer cante del disco, "hay que oír el jaleo, ya que sólo a eso, para empezar, se le puede llamar música. Todos los 'vamo', 'anda', 'ole', 'ven', 'ea', 'arsa', 'ala', son el verdadero tejido musical y humano sobre el que se lanza la Macanita. Seguramente que no hay nada mejor que el jaleo para darse cuenta que en Jerez hay algo que es único: una forma de estar juntos desde hace mucho tiempo, una forma de llevar el compás que hace que el cante nunca sea el mismo. Jerez no sabe bañarse dos veces en el mismo río".
El resto de cantes del disco: Canción por bulería; Cantiñas; Bulerías de Cai; Siguiriya; Soleá por Bulería; Tangos de Pastora; Trilla; Taranto; Bulería; Malagueña.
Y llegamos al texto principal, donde Deval deja volar su escritura, sobre Jerez y una de sus grandes artistas: 

Existe una especie de elemento insumergible en la cultura de Jerez.
Las épocas se suceden, el flamenco cambia, el interés de los auditorios se internacionaliza, de París a Tokio y de Madrid a Nueva York. Jerez lo sabe bien, pues son sus cantaores, sus bailaores y sus guitarristas que andan por los Estados Unidos o el Japón, o los que se fotografían bajo la Torre Eiffel.
Pero Jerez sigue siendo Jerez. Jerez vuelve a sí mismo, a sus barrios, a Santiago, a la Plazuela. Vuelve a la ciudad entera, cuyas calles y plazas son la referencia de toda una vida: San Miguel, Arenal, Porvera, Nueva,  Cantarería, Lealas, letanía peatonal que bien saben entonar las cofradías de Semana Santa, y que mejor que cualquier agencia de urbanismo imprimen en la mente de las gentes de Jerez el nombre de las calles al patearlas juntos cada año durante las procesiones.

Jerez vuelve a encontrarse en sus once peñas flamencas. A menudo viene gente del mundo entero a respirar su ambiente, el de un 'mundo' que por cierto comienza en alguna parte a veinte kilómetros al norte, en el pueblo de El Cuervo, donde convergen todas las fatalidades. Una de ellas es estar al norte (no hay que olvidar que la provincia de Cádiz se inicia en el límite sur de este pueblo y más allá empieza la de Sevilla, que se apodera de él en las tinieblas exteriores). Otra fatalidad es la de estar cortado en dos por la carretera nacional. Y la última, su nombre (el cuervo), que es signo infalible de todas las desgracias que, cuando se es jerezano, fundamentan la incomprensión del 'mundo' para Jerez y para su alma.
El alma del Jerez flamenco, todo aquello en lo que el 'mundo' encuentra una dificultad de captación casi ontológica, al llegar aquí uno se da cuenta de qué se trata ("ver", dice Deval en una nota a pie de página, y señala una serie de discos: 'Jerez. Fiesta y Cante Jondo'; 'Morao y oro', de Moraíto; 'Colores morenos', de El Torta; 'De Santiago a Triana', de Fernando de la Morena y Moraíto; 'Cantos de la Semana Santa').


Tomasa la Macanita quiere cantar, Moraíto la lleva con su guitarra. También está Parrilla, quien desde los catorce años la ha inducido a trabajar tanto las bulerías como los villancicos, esos cantes de Navidad que adquieren en Jerez una especie de alegría explosiva. Tiene a Chicharito. Chicharito que la provoca, la acorrala, la aguijonea, la asesina cariñosamente con algunos dardos colocados como banderillas. Rafael y Gregorio también están ahí. Macanita sonríe a través de su relevante boca de gitana casi africana, suspira mirándose la punta de los zapatos. Cantar, ¿y si no me sale?
Ya no hay más guitarra. Las palmas de Chicharito, Rafael, Gregorio, Moraíto se entrecruzan en los silencios intermitentes de una bulería despojada de cualquier otro sonido que el de la voz desnuda. El jaleo, esas voces lanzadas rítmicamente hacia la cantaora se cargan de una fuerza musical y de un humor a los cuales es difícil de resisitir.
Tomasa la Macanita no se aguanta más, ella canta. Tan lejos de Jerez, en Sevilla, tras los cristales de una sala abarrotada de aparatos que su mirada atraviesa sin ver, conducida, transportada, salida de sus adentros, sin pertenecerse más que a ella misma. La Macanita canta, le sale.
¿El qué?
El alma de Jerez. 


Un último apunte sobre el libreto del disco de La Macanita. Frédéric Deval expresa su agradecimiento "más ferviente a la Asociación Cultural Los Juncales, de Jerez, y a su presidente Luis el Zambo, por la inestimable ayuda prestada para hacer posible esta grabación. Y felicitar a Los Juncales por su labor en favor de la cultura gitana del barrio de Santiago de Jerez."
Por nuestra parte, desear que soplen buenos vientos para el 23 Festival de Jerez. Jerez, allí donde empezó el cante de La Macanita.



Y apúntense estas fechas si van para el norte o están ya allí porque la cantaora actuará los días: 
-21 febrero (20.30 horas) Teatro Bretón de Logroño 
-22 febrero (20.30h) Teatro Barakaldo de Barakaldo (Bizkaia)
-23 febrero (20.30h) Centro Cívico Hegoalde (Vitoria-Gasteiz);
acompañada de Manuel Valencia, guitarrista; Chicharo de Jerez y Macano,  compás.

(Esta entrada sigue formando parte de nuestra serie -recuperadora de algunos- 'textos de los libretos que acompañan a los discos tomados', de la colección de flamenco de la discoteca de la Biblioteca Pública de Valladolid. Y que seguimos por orden alfabético y estando en la M, la próxima entrada nos lleva a Antonio Mairena, el mairenismo... ineludible).